Sobre los proyectos
Desde el Momento de mi llegada el 19 de julio de 2021 a la residencia “Zona Imaginaria” en Buenos Aires, las restricciones gubernamentales se endurecieron repentinamente y me obligaron a una cuarentena forzada de 14 días en medio de la pandemia de COVID-19. Esta situación me impulsó muy rápidamente a pensar en una forma de salir de este aislamiento y favorecer el contacto humano.
Mi primera idea fue crear una escalera como símbolo de ir más allá de los muros físicos y mentales que generalmente nos oprimen. Así nació la estructura de acero “Escalera” de 3,2 metros de altura y 70 centímetros de ancho, que se integra a la perfección con el gran Laurel que adorna el jardín de la residencia. Este dispositivo ascensional también será el escenario de varias propuestas artísticas de artistas locales al final de mi residencia.
Durante todo este trabajo, imaginé cómo habría reaccionado la población local cuando las autoridades decidieron construir un muro de 3,7 metros de alto y 270 metros de ancho en 2009 para dividir arbitrariamente y descriminadamente el humilde barrio de Villa Jardín en San Fernando y La Horqueta, uno de los barrios más ricos de San Isidro.
En el mismo contexto, nació un otro proyecto social, cuyo único propósito era entrar en contacto físico con el mayor número posible de personas que vivían en el barrio. Así, los “Gestos originarios” consistían en pedir a los visitantes de mi taller que presionasen una “bola” de arcilla cruda contra mi piel a modo de saludo. Así las manos, los pies, los torsos se entrelazaban al ritmo de los encuentros. Este proyecto social finalmente tuvo una dimensión ritual respondiendo a un Arte que puede trascender los lazos humanos que nos son tan queridos. También nos permitió explorar el contacto físico que normalmente no nos atreveríamos a hacer.
Este proyecto de escultura social en Zona Imaginaria me permitió cumplir mi deseo de fusionar el arte y la vida, de cambiar la relación entre el “objeto” del arte y el espectador sin pasar por las paredes físicas y los problemas mentales que nos impiden disfrutar del presente, especialmente experimentado en tiempos de una pandemia mundial. El objetivo era sobre todo no dejar que la cultura dominante enmarcara y domesticara las múltiples singularidades, estructuras y diferentes visiones que nos caracterizan, desde un mismo punto de vista.
El uso de símbolos rituales como la “Escalera” o los “Gestos originarios” como medio para crear vínculos sociales tendría asi el potencial de recrear la imagen de cohesión humana que puede ser tanto una fuente de refuerzo cultural como de resistencia.
Samuel D’Ippolito
+info : http://www.samueldippolito.be/